improvisaciones y aprovisionamientos

cuentos, garabatos improvisados; también pequeños destellos en forma de palabras que uno va encontrando por ahí­
One Figure, Juan Muñoz
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Nombre:
Lugar: Barcelona, Cataluña, Spain

25.5.06

Sin título, Daniil Charms

Andrei Semiónovich escupió en una taza con agua. El agua al momento ennegreció. Andrei Semiónovich pestañeó y miró fijamente la taza. El agua estaba muy negra. El corazón de Andrei Semiónovich latió con fuerza.
En ese momento se despertó el perro de Andrei Semiónovich. Andrei Semiónovich se acercó a la ventana y se quedó pensativo.
De repente, algo grande y oscuro pasó junto a la cara de Andrei Semiónovich y salió volando por la ventana. Era el perro de Andrei Semiónovich que se alejó volando, cual cuervo, hacia el tejado de la casa de enfrente. Andrei Semiónovich se puso en cuclillas y lanzó un aullido.

24.5.06

Aforismo circular

¿Qué es necesario para conseguir lo imposible? Se me ocurren dos caminos: el primero es el de la locura definitiva, el segundo, el de la inocencia absoluta. Ahora bien, es imposible transitar ninguno de los dos.

22.5.06

Alud

El mundo se derrumba sobre uno y uno no sabe por qué. Simplemente por estar ahí, como el esquiador perseguido por el alud. No hay refugio para el alud del mundo. El peso de la nieve como un consuelo, anhelo del aplastamiento. Pero ni siquiera eso. Padecer el descenso sin fin porque no hay un punto de apoyo. Sin sustento sólo hay caída, únicamente caída, caída… Frases sin sentido que brotan de una bilis enferma. Jirones de uno mismo que persisten en mantenerse unidos. Sólo soy un guiñapo que se mantiene en pié por inercia.

11.5.06

La rebelión de los niños

Somos seres de ruido y furia. Shakespeare no fue otra cosa que un antropólogo prematuro. Qué pronto atendemos a la voz desgarrada de la mezquindad como a la voz etílica del sargento de guardia: nos ponemos firmes, saludamos con porte marcial. El estandarte de la usura ondeando en el asta, todas las oriflamas de la sinrazón. La mezquindad habla a gritos porque somos seres de ruido y furia. Los mercaderes lo saben, los agitadores de masas. La virtud nos resulta antipática porque no habla: es un mimo grotesco, o su timbre de voz nos solicita un donativo. ¿Qué limosna habremos de darle nosotros, hijos de la tormenta y el huracán? Todos tenemos un miserable sin voluntad, un muerto viviente que al atronar los tambores crispa los puños, frunce la boca. Pero también hay un niño olvidado. Un niño que juega en el último rincón donde todavía no se han roto los cristales, un niño que se tapa las orejas, un niño que llora, o un niño que simplemente se abandona al sueño como a un escarceo agradable e inútil con la muerte.

10.5.06

Harto de la lluvia



Harto de la lluvia, escribiré un poema en el paraguas y me lo clavaré en el pecho.
¿Qué lluvia?
¿Qué paraguas?
¿Qué pecho?


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