rumbo al infierno

cuando somos niños vivimos en el cielo, y por qué vivimos en el cielo, porque somos pequeños dioses omnipotentes, y por que somos pequeños dioses omnipotentes, porque no conocemos las palabras ‘difícil’ o ‘imposible’,

¿habéis visto un niño pequeño que no sea capaz de dibujar o pintar?, ¿o de hacer música con su pequeño xilofón?, y si no imitan a la perfección cualquier personaje, monstruos, princesas, caballeros, corcovados, sapos, sólo será porque no les interesa
pero eso sólo ocurre en la primera fase, en la fase más inocente y bella de la infancia,
después comienza el largo proceso de domesticación que nos prepara para nuestra entrada dócil en el infierno de los adultos

no somos capaces de verlo porque somos niños y porque el truco es demasiado hábil o demasiado ruin

soy testigo ahora de ese mezquino proceso

le doy un folio a mi hija para que dibuje, a ella que hasta ahora me ha maravillado con sus fabulosos garabatos, y se niega enconadamente, y por qué, por qué, por qué, pues porque en el colegio le han enseñado a trazar líneas sobre un dibujo ya configurado a base de puntos, cosa que me recuerda un test que una vez hice para entrar de obrero en una despreciable fábrica de grifos

mi hija no quiere ahora dibujar en libertad

un día le enseñarán a bailar, y ya no sabrá bailar

un día le mostrarán los sueños momificados de otros, y ya no sabrá soñar

las verdades putrefactas de otros, y ya no sabrá nada

un día, como yo, como la mayoría, estará preparada para entrar en el infierno de una oficina o de una fábrica



pero cuidado, no se puede doblegar el espíritu eternamente