La Rosa, Robert Walser
En 1925 Robert Walser, escritor predilecto de Franz Kafka, muy apreciado por Robert Musil, Elias Canetti, Thomas Bernhard o Peter Handke, entre otros, puebica su último libro, un conjunto de prosas breves titulado La rosa, en el que aparen reflejados todos los temas de sus mejores obras y de sus más conocidas páginas […] Robert Walser murió mientras paseaba un día de navidad de 1956, cerca del manicomio de Hersiau, donde había pasado los últimos años de su vida.
Editorial Siruela.
Florista: ¿Me compra una rosa?
Arthur: No, hoy no.
Florista: Es lo que le oigo decir cada día. ( A Edgar:) ¿Y usted?
Edgar compra una rosa y se la da a la camarera con la que está hablando.
Arthur: Yo sólo velo por mí, estoy descontento conmigo, pero eso causa buena impresión. Esta camarera es sumamente apetitosa, me respeta y me tiene rabia. Es mejor que si me sonriese. En la vida o nos tienen por bonachones y nos tratan con negligencia, o nos toman en serio y nos evitan. Yo prefiero lo segundo. Hay que resistirse amablemente a las chicas, eso pone de buen humor.
Edgar se levanta, dice adiós y se va.
Arthur (se acerca a la rosa, que la camarera ha puesto en un florero): Él ha sido el noble donante, y yo soy el burdo egoísta. ¿Verdad que la franqueza es simpática? (Huele la rosa) ¿Qué fragancia tan dulce!
La camarera (sonríe divertida): No son los hombres atentos los que impresionan a las mujeres. Miramos con respeto a los desatentos. Nos gustan los ocupados, los absorbidos por algo. (A Arthur) Has venido sólo para comer hasta hartarte. ¿Qué hay detrás de esta frente? (Lo acaricia.)
Arthur: No me consideras insensible.
La camarera: ¡No! Tus ojos te traicionan con demasiada claridad. Solamente finges ser superficial. Conoces el sufrimiento, por eso me inspiras cariño.
Arthur: A partir de ahora te saludaré inclinándome. La rosa que te ha regalado ese señor es bella.
La camarera: Por desgracia no me la has regalado tú.
Arthur: Yo he entregado la mía y dependo de eso. La sinceridad obliga, pero hace feliz.
Editorial Siruela.
Florista: ¿Me compra una rosa?
Arthur: No, hoy no.
Florista: Es lo que le oigo decir cada día. ( A Edgar:) ¿Y usted?
Edgar compra una rosa y se la da a la camarera con la que está hablando.
Arthur: Yo sólo velo por mí, estoy descontento conmigo, pero eso causa buena impresión. Esta camarera es sumamente apetitosa, me respeta y me tiene rabia. Es mejor que si me sonriese. En la vida o nos tienen por bonachones y nos tratan con negligencia, o nos toman en serio y nos evitan. Yo prefiero lo segundo. Hay que resistirse amablemente a las chicas, eso pone de buen humor.
Edgar se levanta, dice adiós y se va.
Arthur (se acerca a la rosa, que la camarera ha puesto en un florero): Él ha sido el noble donante, y yo soy el burdo egoísta. ¿Verdad que la franqueza es simpática? (Huele la rosa) ¿Qué fragancia tan dulce!
La camarera (sonríe divertida): No son los hombres atentos los que impresionan a las mujeres. Miramos con respeto a los desatentos. Nos gustan los ocupados, los absorbidos por algo. (A Arthur) Has venido sólo para comer hasta hartarte. ¿Qué hay detrás de esta frente? (Lo acaricia.)
Arthur: No me consideras insensible.
La camarera: ¡No! Tus ojos te traicionan con demasiada claridad. Solamente finges ser superficial. Conoces el sufrimiento, por eso me inspiras cariño.
Arthur: A partir de ahora te saludaré inclinándome. La rosa que te ha regalado ese señor es bella.
La camarera: Por desgracia no me la has regalado tú.
Arthur: Yo he entregado la mía y dependo de eso. La sinceridad obliga, pero hace feliz.
7 Comments:
Que duro, falso y estidado, no?
No me gustó el "cuentito".
Hasta la otra, un saludo!! :)
noemi
http://noemi.guzikglantz.com
Perdón!! estirado.
a Walser hay que leerlo despacito, ir más allá de las apariencias
saludos, noemí
me gustó, igual me quedo en lo superficial pero las cosas nunca son lo que parecen y aunque las hagas con un objetivo claro, es probable que te salga el tiro por la culata. nunca se sabe
lo celebro, Blanchepatra
Esa rosa... atraía hormigas? Es que me he quedado en el otro posteo aún :) Oye, has leído aquel cuantitio de las hormigas de Ursula K. Le Guin?
hola, hola, ya volví al hormiguero
no, lo siento, alejandra, no he leído nada de Le Guin, de hecho desconocía su existencia
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