Profesionalidad
Venimos del mono, vamos hacia la hormiga.
La doctora, en la revisión rutinaria del trabajo, me hace una batida de preguntas sin siquiera dirigirme la mirada.
-¿Se encuentra bien? –una de las preguntas que figuran en el cuestionario, formulada de manera automática.
-No, me encuentro fatal –le contesto. Por primera vez me dirige una fugaz mirada.
-¿Qué problema tiene?, ¿le duele algo?
-No. Es algo emocional, anímico… -hago una pausa, tengo una estúpida necesidad de hablar, de contarle que estoy moralmente hundido en la miseria; pero en el impasible rostro de la doctora leo todos los parámetros de la profesionalidad. En sus gestos, la eficiencia anatómica de un artrópodo.
¿Tiene varices en las piernas?
¿Le duelen las articulaciones?
¿Defeca con regularidad?
Bla, bla, bla…
Maldigo mi circunspección, mi detestable sensatez, como quisiera enajenarme, arrojarme sobre el cuestionario y devorarlo a dentelladas.
Salgo a la calle. Soy consciente entonces del complejo entramado de nichos, de galerías, de despensas que hemos construido nosotras, las hormigas que aún no somos y que siempre hemos sido. Tan profesionales, tan efectivas.
Un mendigo vende pañuelos en una isleta. No es un mendigo, es una cigarra. Le doy una moneda. Me siento aún más miserable.
Sigo circulando por la hilera que me conduce a mi hormiguero oficina. En el ambiente flota el ácido fórmico. Pronto será primavera. Época de recolección.
La doctora, en la revisión rutinaria del trabajo, me hace una batida de preguntas sin siquiera dirigirme la mirada.
-¿Se encuentra bien? –una de las preguntas que figuran en el cuestionario, formulada de manera automática.
-No, me encuentro fatal –le contesto. Por primera vez me dirige una fugaz mirada.
-¿Qué problema tiene?, ¿le duele algo?
-No. Es algo emocional, anímico… -hago una pausa, tengo una estúpida necesidad de hablar, de contarle que estoy moralmente hundido en la miseria; pero en el impasible rostro de la doctora leo todos los parámetros de la profesionalidad. En sus gestos, la eficiencia anatómica de un artrópodo.
¿Tiene varices en las piernas?
¿Le duelen las articulaciones?
¿Defeca con regularidad?
Bla, bla, bla…
Maldigo mi circunspección, mi detestable sensatez, como quisiera enajenarme, arrojarme sobre el cuestionario y devorarlo a dentelladas.
Salgo a la calle. Soy consciente entonces del complejo entramado de nichos, de galerías, de despensas que hemos construido nosotras, las hormigas que aún no somos y que siempre hemos sido. Tan profesionales, tan efectivas.
Un mendigo vende pañuelos en una isleta. No es un mendigo, es una cigarra. Le doy una moneda. Me siento aún más miserable.
Sigo circulando por la hilera que me conduce a mi hormiguero oficina. En el ambiente flota el ácido fórmico. Pronto será primavera. Época de recolección.
10 Comments:
Quizás aún estemos a tiempo de trasformarnos en Mariposas...
quizás, María
¿crisálidas? sí, me gusta ese optimismo, pero...
Hormigas? Pobres bichos. No. Nosotros somos virus en este planeta. Lo único verdaderamente malo y horrendo en el mundo. Pura contaminación. Mejor, quita "pura".
y lo peor, alejandra, es que somos conscientes, a diferencia de los micro organismos
Ay, así soy yo toda la semana, una esclava de los alumnos, los pacientes, la vida misma.
Me preguntaste en mi blog de dónde soy:
de México DF, y del mismo planeta que tu , supongo.
A lo mejor hasta trabajamos en un hormiguero cercano :)
noemi
http://noemi.guzikglantz.com
Qué rematadamente complicadas que son las cosas a veces, verdad Blacaman...
Es necesario sufrir la suerte del mendigo para poder ser cigarra en este hormiguero de cemento en el que nos han soltado.
¿Crees que acabaremos así, cómo él, cuando irremediablemente tú y yo decidamos ser cigarra?
Por cierto, he notado la transparencia del vidrio de ventana en este texto y, por supuesto, la misma profundidad que siempre han tenido tus historias, esas que, a veces, se esconden detrás de vitrales genialmente coloreados.
Un saludo amigo mío.
Shaitán.
A veces, hay hormigas que echan a volar, y desaparecen destelleantes camino de los gorriones que las devoran. Yo las he visto.
Lucullus
será cosa de hacer un curso de guitarra, Noemí
mariposas, qué bonita utopía, yexua
Shaitan, esa es la pregunta del millón de dólares
lo creo, Lucullus, lo creo, amigo
gracias a todos por pasar por mi terrario
Las hormigas trabajan juntas para conseguir susbistir. ¿Por qué nosotros nos aplastamos para conseguir lo mismo? no creo que sea necesario. NOs complicamos demasiado la vida.
Narrado en Radio Potaje el 01.04.05 a las 00:25.
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