la grieta
nacemos minúsculos, insignificantes, qué impotencia la del lenguaje o qué ineptitud la mía; diminutos, todo nuevo, folio albo deslizado en la biblioteca de la vida,
un segmento de cielo desde la ventana se proyecta hasta la cuna, una estrella de goma-espuma oscilando sobre nuestra cabecita, una mano que trata en vano de asir,
pero somos esponjas, asimilamos, absorbemos, aprehendemos, nos vamos embebiendo del entorno, pronto erguidos, pronto alcanzar la estrella de goma-espuma, espachurrarla con ademán de desprecio, porqué no superar los barrotes, porqué no seguir nuestra interminable dilatación,
los ojos, los oídos, los poros por los que embebemos el mundo, dibujar un triángulo, marcar un gol, hallar una hipotenusa, conocer una gravedad nueva en el pecho, un trotar de bueyes en el pecho, un rostro, una figura, un olor, una sonrisa en el pecho, un puñal asimilado, una herida embebida,
recorrer los tactos, palpar las formas, los colores, siempre un nuevo reto, una nueva tapia, quizás no ya trepando con desmaña de neonato, sino atravesando, derribando, con el músculo que crece, con el tendón que se expande, con la malla de nervios que prospera,
conocer al otro, principio quizás del declive, como todo clímax, conocer el cuerpo del otro, de los otros, tratar de asirse, en el vértigo de la noche, de la carne, a una estrella que brilla en un segmento de la noche,
esponjarse en el denso vacío de la existencia,
viajar, no desplazarse: entrar las distancias en el corazón de uno, manglares, niños con harapos, animadores, cócteles, chozas de adobe, catedrales como berridos de la piedra en los que duermen poetas embalsamados, yembes construyendo la tarde con hilos de sangre, absorver un desierto, una mata de rascacielos,
esponja esponjándose,
ver aviones en las líneas de la mano, aeropuertos en la otra,
ver entrar la muerte en los hombres como el pico del flamenco entra en las aguas color de vino, acaso tratar de detenerla, tieso en la cabecera de un ser querido, como un inútil espantapájaros,
tocar fondo la quilla de nuestra expansión,
una roca que cede lo que dura un lamento,
empujar,
transportarse unos milímetros, unos años luz, con el esfuerzo de un atlas,
encontrar unas alas de mantequilla en el culo de una botella de whisky,
esponjarse sin fin,
absorber la tierra, el lodo, los detritos, crecer por encima de los acantilados de los sentidos, deshacerse las ciudades entre los dedos como polvorones, aplastar la colilla del mundo, y caminar encorvado por el polvo de estrellas,
claustrofobia del cosmos,
gritar en esa pequeña cueva del universo, gritar hasta la sangre, un eco bufo,
seguir embebiéndose,
atrapado como una mariposa, las valvas asfixiándote, una piel húmeda, una membrana, que te tritura, que te respira,
más,
otro esfuerzo,
más,
de nuevo victoria de tu pecho, de tu diafragma levantándose
¿hasta cuando?,
apartar unos centímetros el cobertor que te ciñe el rostro, como la bolsa de un torturador, ver abajo, ¿dentro de ti?, esa estrella que tu mano antes no alcanzaba,
ahora,
dentro de ti,
comprender que la única salvación es
encontrar la grieta
3 Comments:
Me has hecho recordar al texto de Clarice Lispector, en el cual ella observa un huevo. Y mi horror fue siempre, siempre, pensar que el huevo no tiene junturas, no tiene grieta. Me provoca escalofrios pensar en la perfeccion del huevo, cerrado, enclosed es una palabra mejor, quiza. Sin grietas, sin grietas...
http://ariadna-lou.blogspot.com
por que no puedo escuchar la radio? :(
alejandra, la radio es de mi colega ramon y en su blog hay instrucciones para escucharla:
http://potaje.blogspot.com/2005/03/radio.html
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